Dejamos atrás Caipe y tomamos la Ruta Provincial 27 - esta vez asfaltada - hasta Mina La Casualidad. En lo personal era la segunda vez que llegaba a dicho lugar - ambas veces en el 2009 - y sencillamente no me ha dejado de sorprender los paisajes conmovedores que pueden verse allí.
El Salar de Arizaro se ve desde Caipe como un marco imponente, reluciente, amplio, majestuoso. A lo lejos puede divisarse una extraña formación como si fuera una media luna gigante en el manto blanco del salar.
Chugo, Juan, Deborah estaban sin dudas maravillados y extasiados con semejante paisaje, mientras que yo disfrutaba también del mismo como si fuera la primera vez.
Paisajes solitarios que estremecen, quietud, silencio y soledad. Sólo un puñado de mortales nos atrevíamos a romper con él y fundirnos con él porque como solemos decir hay algo en la Puna que no es fácil describir con palabras, sin embargo atrapa.
Vamos por la Ruta Provincial 27 en una especie de balcón desde donde se puede apreciar en gran parte del paisaje el Salar de Arizaro. Los paisajes se suceden uno al otro y nos encontramos con vicuñas que se nos cruzan por el camino asustadizas ante nuestra presencia. Será por esa costumbre que introdujo el hombre blanco y que moldeó a base de miedo y fuego a la relación de este con la vicuña.
Tras andar por espacio de unos 25 minutos después de nuestra salida de Caipe, nos encontramos con una zona que le agrega un ingrediente al paisaje que lo torna distinto. La antigua colada de un volcán desciende de la ladera de las montañas y se entrega ante la blancura del salar. En el medio de la escoria volcánica pueden apreciarse algunos corrales que indican la presencia de antiguos asentamientos humanos.
A partir de allí el paisaje vuelve a cambiar ya que de a poco vamos abandonando el Salar de Arizaro para internarnos entre las montañas.
Vegas que descienden de las montañas, vicuñas solitarias, contrastes de colores rojizos y negros con el más absoluto cielo azul dominan el paisaje hasta...
...que llegamos a una zona en donde el paisaje se vuelve a abrir y ante nosotros aparece el manto blanco del Salar de Río Grande.
Al fondo puede apreciarse los cerros cargados de azufre. Se tratan de los cerros de Mina Julia en donde se extraía el azufre que luego se procesaba en Mina La Casualidad. Desde este mismo lugar es que iremos al Cono de Arita luego de visitar Mina La Casualidad.
Deborah fiel a su costumbre buscó una piedra linda del lugar para llevarse de recuerdo.
Un pequeño ojo de agua en el medio de la nada le da tregua a las vicuñas que allí se juntan a beber.
El Salar del Río Grande visto desde otro punto.
Si señores estamos en el confín de nuestra Patria. Juan se lamentaba de no haber traído su bandera de Estudiantes de La Plata!!!
Luego de esta foto continuamos hasta Mina La Casualidad...
En la próxima entrada de Locos por la Puna les contaré sobre ello.
Hasta la próxima. Saludos.
Axel.
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