jueves, 25 de febrero de 2010

86 Km. a todo paisaje, a todo color, a toda soledad, a toda aventura...a toda rotura.

En la entrada anterior me había referido a que nos quedaban 86 Km. a todo paisaje, a todo color, a toda soledad y a toda aventura en el camino por la Ruta Provincial 27 hasta Tolar Grande. Acertadamente Chugo me inspiró para este posteo al agregar "a toda rotura".


Estos 86 Km. son sin lugar a dudas unos de los paisajes más extraños y a la vez más maravillosos que tiene nuestro hermoso país.
Lo cierto es que cerca de las 17 horas, las máquinas comenzaban a poner proa en dirección a Tolar Grande y a transitar por una de las rutas más solitarias no sólo de Salta sino de todo el país.
Implicaba sencillamente un desafío pendiente para Chugo y Deborah y una novedad para Juan y, a la vez, un riesgo para todos en caso de tener un problema mecánico.
El camino se presentaba en estado variable, a veces bueno, a veces con mucha arena suelta, a veces con un serrucho tan grande que parecía que íbamos a dejar medio auto en el intento de cruzarlo.
Salimos a la caza de uno de los objetivos más ambiciosos y codiciados POR TODOS que era llegar a Tolar Grande "como sea".



El primer paisaje que tenemos ante nuestra vista es el Salar de Pocitos. Por delante nuestro tenemos una prolongada recta que se pierde en el horizonte. Se trata de una zona denominada Campo de la Paciencia.



El tractor en su paso por el Campo de la Paciencia (Foto Gentileza de Chugo).

En este tramo nos acompaña a uno y otro costado el Salar de Pocitos cuya primer coloración es blanquecina pero dicho color va cediendo ante un paisaje cada vez más rojizo.


El camino comienza a cambiar su fisonomía y va apareciendo una zona ondulada muy linda. Allí hay una curva a mano derecha (siempre hablando en dirección a Tolar Grande) que indica la finalización del Campo de la Paciencia.


Seguido a ello viene una formación montañosa a mano izquierda que se le llama "Las Pesuñas de Vicuña". Antes de llegar allí vemos a lo lejos que Chugo detiene la marcha. Con Juan veníamos hablando de la belleza del paisaje, mientras disfrutábamos del mismo. 
Le digo a Juan:
- Mirá Chugo detuvo la marcha!!!
- Juan me dice está tomando fotos, seguro que nos está esperando para que lo alcancemos.
Efectivamente estaba tomando fotos, pero denotamos que sube al auto y no arranca.

(Foto Gentileza de Chugo).

Chugo cuenta en su blog lo sucedido:
"Estábamos próximos a “las pesuñas”. Saco ésta fotografía, y cuando nos disponemos a continuar surgió un imprevisto: la palanca de cambio se desposicionó. Inmediatamente apagué el motor y me tomé un tiempo para pensar...
Desde que salímos de Pocitos habíamos hecho 25 kilómetros, esto quiere decir que estábamos a más de 60 Km. de Tolar Grande. Eran casi las 5:30 pm. y faltaban pocas horas para que oscurezca. Lo más lógico hubiera sido esperar a que lleguen los muchachos, comunicarles el problema e intentar regresar al lugar más próximo.
Pero la historia pasa por otro lado. Con la Ford de apoyo o en solitario... da lo mismo; ésta aventura tenía un condimento muy especial para mí: antes de emprender la transpuna me había jurado ésta vez llegar a Paicone y a Tolar Grande COMO SEA, así que NO me iba a dar por vencido tan fácilmente, y mucho menos con el primer percance serio que se presente. Ya tenía demasiados intentos fallidos en mi alforja, SUFICIENTE.
Traté de poner algún cambio... no tuve suerte... esperé un ratito e insistí muy suavemente hasta que al fin conseguí meter uno cualquiera que entró más a la derecha y más arriba de la posición normal de la tercera. También logré punto muerto. Encendí el motor y volví a intentarlo, pero ya preparados para continuar viaje. Salimos en tercera hasta alcanzar y superar los 45 km/h, aunque de esta manera NO íbamos a llegar muy lejos que digamos: más adelante teníamos que ascender "Siete Curvas" y también alcanzar el abra Navarro.
De vez en cuando me detenía y probaba si podía hacer entrar la primera marcha, que es la que más torque tiene; hasta que en una de esas -gracias a Dios- entró! (casi en la misma posición de la tercera). Con esto no necesitábamos más".




A partir de este lugar es que comienza ya otra zona bien diferenciada en donde el paisaje comienza a parecer el mísmisimo planeta Marte. No se trata de una exageración, sino miren las imágenes a continuación.

Paisajes Marcianos en los que uno puede imaginar...


Esfigies sin rostro ni historia.


Sin dudas el imaginario y las sensaciones que uno experimenta al pasar por el medio de tanta magnificiencia no pueden ser descriptas apelando a unos pocos calificativos. Basta simplemente decir que no alcanzan las palabras para describirlos. Las sensaciones, los colores y las imágenes que uno experimenta y guarda en sus retinas son realmente increíbles. No alcanzan tampoco la mejor lente, ni la mejor vista de un fotografo para poder retratar la belleza del camino en toda su magnitud. La conclusión que puedo dejarles a los lectores es que HAY QUE IR Y VERLO EN VIVO Y EN DIRECTO PARA CONOCERLO Y EXPERIMENTAR UNO MISMO TODAS ESAS IMAGENES, TODOS ESOS COLORES, TODA ESA SOLEDAD, TODO ESE MARAVILLOSO PAISAJE. Los animo a que lo conozcan...vale la pena.
Esta zona representada en las últimas cuatro fotos es conocida por los pobladores de Tolar Grande como Los Colorados. 
El camino comienza a estrecharse cada vez más en un laberinto en donde las montañas de arcilla parecer cernirse sobre nuestras cabezas.




La ruta es a veces un poco más ancha, a veces es tan angosta que sólo cabe en él un vehículo. Lo cierto es que El Laberinto - como es llamado y conocido - es una zona muy pintoresca de este camino.

 





El camino discurre entre montañas de uno y otro lado, con pocas señales - apenas algunos mojones como el de la foto - pero con un paisaje que no deja de sorprender y enamorar.
A la salida del Laberinto, nos encontramos con una bifurcación con un pequeño cartel que indica el camino para transito pesado que "evita el Desierto del Diablo y las Siete Curvas", el de la izquierda, y otro que va en dirección a estos dos lugares.





Sin dudas llegar al Desierto del Diablo - mal llamado por algunos prestadores turísticos Valle de los Sueños - fue festejado pese al inconveniente que venía arrastrando el Renault 12 con la caja de cambios, del cual nos enteramos al llegar aquí.
Estuvimos allí unos minutos y seguimos - ahora en subida - para encarar Las Siete Curvas. Desde allí hay un punto panorámico en donde se puede apreciar el Desierto del Diablo en toda su magnitud.







El camino continúa y allí va el Renault 12 atravesando el Salar del Diablo.



Más del Salar del Diablo...


El sol comienza a caer y a transformarse en un enemigo nuestro respecto de la visual que nos ofrecía ya que lo teníamos de frente. El viento del atardecer que hace bajar la temperatura en forma abrupta también comenzaba a sentirse.
Sin embargo, la Puna tiene estas cosas mágicas que hacen de los atardeceres momentos inolvidables.
Lo cierto es que a las 19 horas llegamos a la bifurcación que lo había vencido a Chugo en el mes de Septiembre de 2008. Allí recordamos que Lorenzo le dijo en un e mail que debía tomar a la izquierda y eso fue lo que hicimos. Menos mal que el Renault 12 tenía problemas en la caja porque sino seguramente hubiera trepado esa pendiente terrible que tiene el camino. Finalmente tomamos el camino de la derecha que era el que presentaba menos pendiente y nos acercaba a las vías del tren. Estábamos llegando a la zona conocida como Abra de Navarro cuya estación abandonada marca el Kilómetro 1506,64.
Seguimos rápidamente camino ya que era nuestra intensión llegar antes del anochecer a Tolar Grande. Nos faltaban muy pocos kilómetros.






Pero no todo es romanticismo en estos maravillosos atardeceres puneños ya que al manejar con el sol de frente no podíamos divisar nada en el camino. Juan y yo íbamos cegados por semejante luz de frente. Yo iba indicándole a Juan el camino indicando si debía ir a la izquierda o derecha, mientras tanto Chugo sufría con el tractor manejando cabeza al viento con un trapo tapándose la nariz y boca para evitar que le entre tierra a sus vias respiratorias y luchando en tercera velocidad.

Lo cierto es que finalmente llegamos al arco de Bienvenida a Tolar Grande a las 19:55 horas con las últimas luces del sol.
MISION CUMPLIDA.



El tractor haciendo su entrada triunfal a Tolar Grande - Fotos Gentileza de Chugo -

Llegados a Tolar Grande, nos vamos al Refugio Municipal en donde no encontramos a nadie. Chugo me hizo recordar que Lorenzo le había dicho que en su casa tenían todo preparado para nosotros. Por esa razón es que fuimos hacia allí, siendo recibidos por sus hijas. Efectivamente nos dieron una habitación y cenamos. Antes de cenar, estuvimos con Juan tratando de averiguar sobre las excursiones que queríamos emprender. Para ello nos fuimos hasta la casa de Flavio Quipildor a quien encontré en la puerta de su casa y con quien charlamos unos instantes enterándonos de un un notición terrible...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Axel sos un capo tengo mis abuelos que viven en un paraje mas o menos cerca de donde fueron
Ademas mi vieja trabaja en san antonio de los cobres en un restaurante



Gracias por las imagenes

Anónimo dijo...

Un camino no apto para cardíacos (por la belleza) y exclusivo para locos por la puna.

Me sumo a las palabras de Axel. Tolar Grande es un destino para tener muy en cuenta.
Arriba los viajeros!

Excelente post, como siempre.
Abrazo.
Chugo.